Ya llevo un
tiempo fuera de casa y me han pasado un montón de cosas. Algunas de ellas
ya os las he ido contando. He estado en muchos sitios y he conocido a animales
muy interesantes.
El problema es que no he tenido a nadie a quien
contárselo y la verdad es que sobre todo, echo
de menos contárselo a Juan. ¡Qué curioso! ¿Será que al final, necesitamos contárselo
a alguien? ¿Será que tienen cierta razón en que necesitamos compartir nuestras
cosas y contárselas a nuestros amigos? Bueno, igual algo sí, pero con cuidado y
moderación.
A la par que me he ido sumergiendo en el mundo de las
redes sociales, me he dado cuenta de que existe
la misma diversidad de redes que de seres. Y es curioso, porque cuando iba
conociendo estas redes, me iban recordando a diferentes animales que me he ido
encontrando por el mundo, cada uno con sus peculiaridades. Antes, no conocía
mucho mundo, por lo que no tenía nada para comparar y lo único que se me pasaba
por la cabeza era “¡cómo se parece el
vecino a su perro”! je, je... jugaba a parecidos
razonables. ¿Me pareceré yo a Juan?
Bueno, vamos a lo que vamos. Les he ido poniendo motes
de redes sociales a los amigos que he ido haciendo.
El primero que me viene a la cabeza, es Tom, un perro Labrador a quien llamo Facebook,
porque es el perro que más amigos tenía, el más amigable. Tom se acababa de
hacer muy amigo de Kobi, un Fox Terrier que hablaba con muchos
perros a la vez, por lo que le llamo WhatsApp. Kobi, por cierto, estaba rabioso porque Boris, un Terrier Ruso,
le estaba quitando todo el protagonismo últimamente. Telegram había llegado.
Cuando estuve por Bilbao, conocí a Lagun, un Pastor Vasco. A éste, le llamo Spotbros que son de por allí, y del
Athlétic… El que estaba por todos lados, de lo rápido que se movía, era Bolo, un delgado Galgo. El mote estaba claro… Twitter. Solía estar con Luna una Collie que siempre estaba guapa para la foto. Yo le llamaba Pinterest.
Hablando de fotos, había uno que me tenía mosqueado, un Husky que tenía un ojo de cada color, le llamaba Instagram,
el rey de los filtros.
También conocí a un San Bernardo muy trabajador… ¡siempre pensando en el trabajo! Se
llamaba Sam, pero yo le llamaba Linkedin.
Era 10 veces más grande que Lupo, un Chihuahua muy simpaticón, Era de México,
donde Badoo funcionaba muy bien. ¡Hecho! Otro muy trabajador era un Dóberman al que llamaba
Xing. Venía de Alemania y le gustaba mucho fardar de lo bien que le iban las cosas. Siempre ha habido clases...
A los perros más mayorcetes les llamaba MySpace,
ya venidos a menos. Y a los más cachorritos les llamaba Tuenti, pero a medida que crecían, se iban pasando
a otras redes. Hablando de cachorros, había uno que era el hijo de un Pitbull muy importante, yo le llamaba Google+
porque se lo tenía muy creído. Su padre debía ser el que manejaba el cotarro en el negocio de internet y ya sabes, por si las moscas, conviene no ladrarle mucho y menos, quitarle huesos. Enseguida me di cuenta de que en este negocio, hay clanes como en todos los parques a los que me había llevado Juan.
También conocí a un pequeño Yorkshire Terrier, que viajaba más que el baúl de la Piquer, por lo
que le llamaba Foursquare. A su paso por China, me habló de un Pequinés al que llamaba Qzone,
la red más usada por allí. Claro, es que hay redes sociales por todo el mundo, aunque no las conozcamos por aquí. Y de los temas más diversos. ¡Qué raros son estos humanos!
Quedan muchos en el tintero, pero me lo reservo para otro episodio de parecidos razonables. Por cierto, ¿sabéis cuantos videos graciosos hay de gatos? A los gatos les llamaré Youtube.
Quedan muchos en el tintero, pero me lo reservo para otro episodio de parecidos razonables. Por cierto, ¿sabéis cuantos videos graciosos hay de gatos? A los gatos les llamaré Youtube.
¿Se te ocurre algún
parecido más?
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Cuentame algo, me siento muy sólo.