I.
El perro y su reflejo en el
río
Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un sabroso
pedazo de carne. Vio su propio reflejo en el agua del río y creyó que aquel
reflejo era en realidad otro perro que llevaba un trozo de carne mayor que el
suyo. Y deseando adueñarse del pedazo ajeno, soltó el suyo para arrebatar el
trozo a su supuesto compadre. Pero el resultado fue que se quedó sin el propio
y sin el ajeno: éste porque no existía, sólo era un reflejo, y el otro, el
verdadero, porque se lo llevó la corriente
Moraleja
Por querer tomar lo ajeno, el
codicioso pierde lo que tiene.
II.
La
casa del perro
En el invierno, un perro enroscado en un espacio tan pequeño como le
era posible debido al frío, pensó en hacerse una pequeña casa. Sin embargo,
cuando el verano volvió otra vez, él se dormía estirado en su máxima longitud y
se creía él mismo ser de un gran tamaño. Entonces mejor consideró que no sería
un trabajo tan fácil ni tan necesario hacer tal casa que lo pudiera acomodar.
Moraleja
Muchas veces son las circunstancias del momento, y no las verdaderas
necesidades, las que determinan nuestras actitudes.
III.
El jardinero y el perro
El perro de un jardinero había caído en un pozo. El
jardinero, por salvarle, descendió también. Creyendo el perro que bajaba para
hundirlo más todavía, se volvió y le mordió. El jardinero, sufriendo con la
herida, volvió a salir del pozo, diciendo: -Me está muy bien empleado; ¿quién
me llamaba para salvar a un animal que quería suicidarse?
Moraleja:
Cuando te veas en peligro o necesidad, no maltrates la mano de quien
viene en tu ayuda.
IV.
Los
lobos y los perros alistándose a luchar
Se alistaban los lobos y los perros a luchar. Eligieron los perros
como general a un perro griego. Pero éste parecía no tener prisa en iniciar la
batalla y por ello le reclamaron. ¿Saben - contestó - por qué doy tiempo?
Porque antes de actuar siempre es bueno deliberar. Los lobos todos son de la
misma raza, talla y color, pero nosotros somos de costumbres muy diferentes, y
procedemos de diversas regiones de las cuales cada uno está orgulloso. Nuestros
uniformes no son parejos como los de ellos, tenemos rubios, negros, blancos y
cenicientos. ¿Cómo voy a empezar una guerra con soldados tan disparejos?
Primero debo idear cómo nivelar a mi gente.
Moraleja:
Cuando de asociarse se trata, entre más equilibrada sea la unidad de
voluntad y de pensamiento entre los miembros, mayor garantía habrá de éxito.
V.
El
lobo y el perro
Se encontró un lobo con un corpulento perro sujeto por un collar, y
le preguntó: - ¿Quién te ha encadenado y quién te ha alimentado de esa forma? -
Mi amo, el cazador - respondió el perro. - ¡Que los dioses nos libren a los
lobos de semejante destino! Prefiero morir de hambre a tener que cargar tan
pesado collar.
Moraleja:
Vale más el duro trabajo en
libertad, que el placer en esclavitud
VI.
El
perro con campanilla
Había un perro que acostumbraba morder sin razón. Le puso su amo una
campanilla para advertirle a la gente de su presencia cercana. Y el can,
sonando la campanilla, se fue a la plaza pública a presumir. Mas una sabia
perra, ya avanzada de años le dijo: - ¿De qué presumes tanto, amigo? Sé que no
llevas esa campanilla por tus grandes virtudes, sino para anunciar tu maldad oculta.
Moraleja:
Los halagos que se hacen a sí mismos los fanfarrones, sólo delatan sus
mayores defectos.
VII.
El viajero y su perro
Un viajero listo para salir de gira, vio a su perro en el
portal de su casa estirándose y bostezando. Le preguntó con energía: -¿Por qué
estás ahí vagabundeando?, todo está listo menos tú, así que ven conmigo al
instante. El perro, meneando su cola replicó: - Oh patrón, yo ya estoy listo,
más bien es a ti a quien yo estoy esperando.
Moraleja:
El perezoso siempre culpa de los
retrasos a sus seres más cercanos.
Ahora vas y lo
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Cuentame algo, me siento muy sólo.